Magufos Anónimos: Daniel Galarza Santiago


Hola qué tal, mi nombre es Daniel y sí, lo confieso: fui magufo.

Recuerdo que desde niño me interesé hasta un punto obsesivo en todo lo que tuviera que ver con lo paranormal. Aunque solía temblar y tener pesadillas debido a las historias de fantasmas, me encantaba escuchar La Mano Peluda y Los RadioFantasmas, veía los videos que presentaba Carlos Trejo en Otro Rollo y recuerdo que el primer libro que leí completo fue uno sobre exorcismos. En esos tiempos, los casos de ovnis y las leyendas de monstruos como nessie, pie grande o el chupacabras (este último siempre ha sido mi monstruo favorito) me fascinaban, a pesar que en este entonces nunca había escuchado hablar de Jaime Maussan o de esa cosa rara llamada criptozoología. De forma paralela a todo esto, siempre mantuve una pasión por los animales.

atlas de dinosauriosLos dinosaurios y los insectos siempre fueron mis temas favoritos. Desde bebé mi papá se ponía a leerme libros de animales; recuerdo incluso uno en especial llamado Atlas Visual de los Dinosaurios. Todo esto hizo que desde niño tuviera presente la teoría de la evolución, las extinciones masivas y las mutaciones genéticas, aunque nunca lo noté de forma consciente en mi infancia. Este punto debo mencionarlo junto a mis gustos magufos, ya que fue justamente el que me inculcaran el interés sincero por saber lo desconocido desde niño lo que haría que me dedicara con el tiempo al escepticismo y la promoción de la ciencia.

Siempre que mis compañeros de primaria o de secundaria me preguntaban si existían los fantasmas, las hadas o los ovnis, solía responderles que que no estaban «científicamente demostrados», pero que había muchas evidencias que indicaban su existencia (y por «evidencias» me refería en ese entonces a los videos de Trejo). Siempre fui cauteloso con mis tíos que me decían que lo que decía o me interesaba harían que me perdiera, causando la ruina para mi vida en el futuro. Les contestaba con cosas como «la ciencia no puede saberlo todo», «lo que pasa es que no saben de estos temas» o «hay cosas más allá de la lógica». Ahora estoy muy seguro que cuando me escuchan burlarme de Extranormal o de los productos milagro se acuerdan de mis tiernos días de magufo.

La semilla del escepticismo germinó a inicios de la pubertad y  fue creciendo en mi adolescencia hasta ahora, aunque de forma muy lenta. Recuerdo que una vez cuestioné a mi maestra de quinto de primaria (quien era monja, pues durante dos años estuve en un colegio católico) quien nos enseñaba en la clase de Ciencias naturales sobre la evolución humana, a la vez que en la clase de Iniciación en la fe nos enseñaba sobre la historia de Adán y Eva, preguntándole sobre «a quién había que creerle» respecto al origen del hombre: ¿a la ciencia o la Biblia? Ella me respondió, con una sonrisa pausada, que había que creer en la Biblia pero nunca explicó por qué. Esa vez fue, hasta donde recuerdo, la primera vez que cuestioné mis creencias al encontrarlas confrontadas con el conocimiento científico, pero no le presté tanta atención al asunto en ese entonces.

Allá por el 2005 transmitían un entretenido programa matutino llamado Viva la Mañana en el que su sección principal era una mesa de debate sobre temas controvertidos (el 98% de los temas presentados eran de asuntos paranormales) en los que participaban varios «investigadores» a favor del tema presentado y un solo escéptico, el periodista e historiador Héctor Chavarría, quién él solo y sin ayuda de nadie hacía bulliyng a los supuestos cazafantasmas. En la mencionada sección conocida como la mesa de Adame (con el actor Alfredo Adame como presentador) se presentaban investigaciones de fantasmas, muñecos diabólicos, estigmatizados, abducidos, templarios del siglo XXI (mother of God!), masones y toda variedad exótica del mundo del misterio y lo oculto. En ese entonces disfrutaba de las investigaciones de los «agentes de negro» de la AMIP, de los agarrones de chongo entre Norma Trejo y su mitómano hermano quien solo hablaba por teléfono, y de las raras y honorables visitas de Jaime Maussan (curioso que nunca se presentaba un escéptico cuando Maussan asistía).

Chavarría
El máster Chavarría cazando en temporada de patos, digo, de aliens.

Tiempo después, me contacté con Héctor Chavarría solo para confirmar que cuando el mencionado ufólogo (a quién Chavarría siempre lo llama como «el honorable ratón»)  se presentaba le pedían a él que no fuera, porque si iba un escéptico Maussan amenazaba con no asistir. Era bastante divertido, pero el escéptico, ese sí que era un aguafiestas. Chavarría era un tipo que me caía mal nomas de escucharlo hablar explicando burdamente las pulcras investigaciones de Norma Trejo o de los agentes de negro, afirmando que siempre sus videos no eran más que trucos y farsas. En serio pensaba que los escépticos eran unos auténticos amargados. Pero aunque me cayera mal no impedía que escuchara con atención lo que decía ese amargado escéptico. Ciertamente tenía que admitir que tenía buenos argumentos y más de una ocasión fui capaz de ver los puntos que Chavarría señalaba para asegurar que los videos que presentaban eran burdos fraudes.

Junto a Viva la mañana, mis horarios de televisión incluían ver algunos documentales de Animal Planet y Discovery junto con algunos programas infantiles de contenido paranormal como el presentado por la actriz Michelle Trachtenberg, ¿Verdad o Pesadilla? Así como también era fan de Cazafantasmas, nueva generación y Martín Mystery. Sí entretenimiento matutino, dibujos animados y documentales de animales eran mi pan de cada día. Entonces, para 2006 National Geographic Channel comenzó a transmitir una nueva serie que en cuanto vi sus anuncios salté de felicidad: Revelaciones/¿Es esto Real? Pensaba que por fin la ciencia aceptaría la verdad de lo paranormal. El primer capítulo que miré de la serie me desgarró el alma. Era el que analizaba el misterio de pie grande  y tenía esperanzas de ver ahí la demostración final de su existencia. El documental concluyó todo lo contrario de forma contundente. Pie grande muy probablemente se originó debido a la broma de un granjero sobre las leyendas locales de hombres mono. Las evidencias que se tenían sobre su existencia, en realidad no demostraban nada y podían ser fácilmente refutadas. La grabación Patterson-Gimlin era probablemente una estafa creada por un cineasta fracasado. Mi creencia en pie grande se había ido por un tubo, pero a la vez fue cuando comencé a pensar si el resto de mis creencias podían ser descartadas con la facilidad de un documental de una hora de duración. Fue cuando empecé hacer una búsqueda de los variados temas en los que creía.

El programa que me abrió los ojos.
El programa que me abrió los ojos.

A la par que no me perdía un solo capítulo de estreno de Revelaciones, busqué información en internet hasta encontrarme con dos páginas que me aclararían más de un punto: The Skeptic’s Dictionary y el foro Sobrenatural.NET. Aunque mi inglés siempre ha sido muy malo y que nunca participé en el foro de Sobrenatural, me las arreglaba para traducir el contenido del primer sitio (tanto con un primo que sabe inglés como con la mala traducción de aquel entonces de Google) y leía con interés los artículos del segundo sitio en el que escribían en ese entonces de forma activa  Jorge Armando Romo, Lalo Márquez y Roberto Aguirre. A partir de aquí fue que conocí el trabajo de la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica (SOMIE), la ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC) y el entonces Comité para la Investigación Científica de los Reclamos Paranormales (CSICOP), y con todo esto, la información e investigaciones de James Randi, Martin Gardner, Carl Sagan, Joe Nickell, Ben Radford, Phillip Klass, Luis Alfonso Gámez, Mario-Méndez Acosta, Luis Ruiz Noguez, Daniel Zepeda y el propio Héctor Chavarría cada vez complementaba más sobre mi naciente cultura escéptica. No pasó mucho para que también comenzara a conocer la obra de Stephen Jay Gould, Daniel Dennett, Mario Bunge, Isaac Asimov, Michael Shermer, Richard Dawkins, Mauricio-José Schwarz, Leopoldo Zambrano y Javier Armentia. La información documentada y la evidencia científica apuntaban a una dirección a la que me temía llegar: lo paranormal, lo inexplicable y lo esotérico tenían explicaciones científicas simples, que no necesitaban recurrir a fuerzas sobrenaturales para decirnos por qué ocurren ciertos fenómenos extraños.

Una a una fui descartando mis creencias en lo sobrenatural. Pie grande había sido solo el primero, el inicio del fin. Luego fueron los círculos de cosecha, los platillos voladores, los duendes, los monstruos de lagos, los estigmas, el triángulo de las Bermudas, la Atlántida, las abducciones… y por fin, las afirmaciones religiosas, las cuales no les había prestado mucha atención como todo buen católico de etiqueta. Solo creía en Dios por qué así me habían dicho que tenía que hacerlo, y como ya conté, mi incredulidad sobre las afirmaciones bíblicas me nació pronto. Las creencias personales que se negaron a morir al final fueron las historias de fantasmas, el chupacabras y el sudario de Turín. Así, en ese orden. Consideraba que había demasiados casos de casas encantadas como para que todas fueran una farsa.

Luego comprendí que así como había cientos de casos de casas encantadas había varias explicaciones basadas en la física y la psicología que en conjunto podían explicar los casos principales de fantasmas… claro, los casos que se demostraban que  eran algo más que descaradas estafas como el horror de Amytiville. Me declaré ateo militante cuando tenía unos 17 años, luego de hacer una investigación sobre los supuestos milagros de Juan Pablo II, para demostrarle a un compañero de escuela que este tipo, de santo, tenía lo que yo de cristiano. Unos meses después comencé hacer un intento de boletín semanal que enviaba por correo a mis amigos. Lo llamé «el escéptico de Jalisco», en alusión a una firma que le puse a una carta cadena que una amiga mía me había enviado allá por los tiempos en que hotmail era chevere en el ciberespacio. La carta cadena era una oración a la virgen de Guadalupe. Le dije que no ayudaría a promocionar la ignorancia con un «atte: el escéptico de Jalisco». Al poco tiempo de esto, con facebook poniéndose de moda, un contacto de Guatemala (el creador de FILOSOFÍA Y MÁS) me sugirió abrir un blog. Y así fue como nació mi blog, El escéptico de Jalisco, al que me refiero cariñozamente como «mi pequeño gran logro».

En preparatoria, junto a los debates sobre temas paranormales, las burradas cristianas y lo que ahora me parecían chistosas historias de ovnis y monstruos, comencé a adentrarme más en el mundo del canon escéptico, investigando sobre pseudociencias, creacionismo, medicinas alternativas y teorías de la conspiración. Me di cuenta que la pseudociencia y la superstición (incluida la superstición religiosa) son un auténtico insulto a la inteligencia humana y un peligro para la sociedad que ha permanecido latente a lo largo de la historia. Como personas que vivimos en una sociedad, pensé, tenemos la obligación de denunciar la charlatanería, el fraude y la irracionalidad que tanta gente considera como verdades reveladas, y que por cierto, utiliza como fundamento para su comportamiento y sus decisiones (que también afectan a todos cuando se trata de decisiones políticas). Para enriquecer más los elementos que me daba ya el escepticismo, me interesé de forma obsesiva (casi siempre me pasa así, no sé por qué) en la filosofía, la historia, la ciencia y hasta cierto punto en la literatura.

Bunge Toon
Hoy en día, mi fascinación principal es la filosofía de la ciencia y el pensamiento crítico, encontrando en estos la fuente principal para enriquecer mi cultura personal. En la imagen, una caricatura del filósofo de la ciencia Mario Bunge, a quien admiro por su trabajo tanto epistemológico como su activa denuncia a la pseudociencia y la promoción de la controversia crítica.

Gracias a un profesor de filosofía de preparatoria (o por culpa suya) que era marxista, decidí que la filosofía sería a lo que me dedicaría el resto de mi vida (debería hacerle mal de ojo a ese profe, ¿no creen?) . Hoy en día me ocupo también de analizar y criticar tonterías dentro de la filosofía y las humanidades, tal como el marxismo (irónico, ¿no?). Desde los cuentos de fantasmas a la filosofía basura (concepto que inventé para referirme a las doctrinas chafas como el hegelianismo, el marxismo, el relativismo cultural, el posmodernismo y el anarquismo epistemológico que solo oscurecen y complican en vez de explicar y servir de reflexión profunda), lo cierto es que comprendo que la irracionalidad forma parte del concepto de ser humano, como especie social creadora de manifestaciones culturales.

Sin embargo, aunque la irracionalidad nos haya acompañado desde los orígenes de la civilización, pienso que esta no puede ser un sustituto de la auténtica cultura y el conocimiento científico, el cuál es el que nos aporta la mejor visión del mundo, mucho más grande que cualquier cosmovisión religiosa y mucho más maravillosa que cualquier fumada filosófica.

Por mucho tiempo he sido criticado por mi forma de ver el mundo, como algo cuadrada o demasiado racional. Pero si para ser «cool», «estar a la moda» o «ser feliz» se necesita engañarse a uno mismo, pienso que si me dieran a elegir mi vida nuevamente, elegiría exactamente el mismo camino. Un camino en el que antes de afirmar me pongo a cuestionar. Antes de creer me pongo a pensar. Y lo que pienso hasta el día de hoy, es que no hay nada mejor que conocer por el puro placer de conocer. El derrumbar tus propias creencias puede ser decepcionante en principio, sí, pero el sentimiento sublime que uno puede sentir luego de comenzar a comprender la inmensidad del Cosmos desvelado por la ciencia simplemente no puede expresarse en palabras. Más aun cuando estas plenamente consciente que cada día siempre hay algo nuevo que aprender, algo nuevo con lo que saciar tu curiosidad. Una buena razón para despertar un día más: saber por el placer de saber. ¿Qué más se puede pedir?

9 comentarios sobre “Magufos Anónimos: Daniel Galarza Santiago

  1. Excelente entrada Daniel. Al Maestro Héctor Chavarria lo conocí por medio de Oxlack Castro y Cesar Buenrostro. Sobre Carlos Trejo lo único que puedo decir es que una vez el encontró un cadáver muerto. ja ja ja ja ja

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    1. Jaja. Fíjate de Buenrostro también salía en Viva la Mañana aunque se supone que estaba del lado de los paranormalistas. A veces les cagaba las investigaciones, principalmente a Maussan quién se molestó con él porque Buenrostro había demostrado con un análisis simple que el caso del «ovni de Nueva York» era un truco publicitario. Maussan volvió aparecer en una mesa aparte para sacar el testimonio jurado de la turista que estaba «grabando» el ovni… como si con eso hubiera logrado desmentir los hechos que mostraban el fraude, jaja.

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    2. Yo conocí a Chavarría a través de una búsqueda de material para un post que publiqué aquí, culpa de una duda que debía saciar, donde conocí la historia de los Mausanitas y su «Pater Nostre». 🙂

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  2. Muchas felicidades por tu trabajo y entrega a este proyecto noble, mi estimado Daniel. La búsqueda honesta de la verdad, a través de la razón y el respeto por los hechos, por la evidencia empírica, es una forma de dotar de sentido pleno y profundo a nuestras vidas. Sigue así, fórmate, crece, lee, estudia y critica. Me dará mucho gusto leer y ver los materiales que seguramente seguirás produciendo. Que los anticientíficos, los pseudocientíficos y los pseudointelectuales se pongan a temblar. Saludos.

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  3. ¡Hola, Daniel! Curiosa tu historia. Estoy echándole un ojo a tu blog y la verdad es que parece bastante interesante. Me llamo Alejandro, soy de España y también me considero escéptico, aunque en mi caso ha sido así desde siempre (aunque no sin algún vaivén entre el ateísmo y el agnosticismo en materia religiosa). Tengo un par de preguntas:

    -¿Podría enviar mi historia personal? No es seguro que finalmente lo hiciera, pero podría ser divertido.

    -¿Qué criticas exactamente del relativismo cultural?

    Un saludo.

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